viernes, 2 de agosto de 2013

LA SELVA DE DIOS
En una selva lejana, los animales, todos en general, eran devotos de Dios, a cada día le daban gracias por todo lo que tenían y siempre que surgía alguna dificultad dios les ayudaba. El Reno era el más devoto y por eso papá Noel lo utilizaba en navidad para que le ayudara a repartir los regalos.
Pero como la felicidad nunca es completa, el Alce que era primo del Reno, sentía celos de él, ya que consideraba que también hacer el mismo trabajo. Hasta que un día le dijo:

-         Reno, hasta hoy ayudarás a papá Noel, de ahora en adelante seré yo quien lo ayude.
-El Reno respondió-
-         Todo se hará según la voluntad del Señor

Decidieron pedirle opinión a Dios y este les dijo:

-         Criaturas haremos una competencia y la ganadora será el acompañante de papá Noel en todas las navidades próximas. Cada uno deberá correr y llegar en el menor tiempo posible al “lago sagrado” pasando por la temible selva llena de animales feroces.

Al caer la tarde  y casi apareciendo la oscuridad, el Reno y el Alce empezaron su recorrido, cada uno cogió un camino distinto, ambos caminos tenían como destino “el lago sagrado”. El Reno con mucha fe encomendó su travesía al Dios del cual era tan devoto; el Alce sólo se dedicó a correr, pues quería demostrar que era mucho mejor que le Reno.

Casi llegando al lago un feroz León se le apareció al fiel devoto de Dios, el Reno, y le dijo:

- ¿Qué hace un Reno tan delicioso solo por aquí?
-el reno respondió-
 -  Dios me ha enviado y me dijo que si me dejas pasar jamás te faltará alimento, así que                              arrodíllate y vigila mis pasos.

Así fue, el León hizo exactamente lo que le Reno le había dicho, arrodillándose y dejándolo pasar.
En el otro camino, el Alce ya estaba por llegar cuando se le apareció un Leopardo y le dijo:

-         Tú serás mi cena en esta noche tan fría.

De inmediato el Alce empezó a pedirle a Dios que lo salvara, de repente el Leopardo se arrodillo y se inclinó. Al ver esto el Alce grito con alegría:

-         ¡Gracias Dios por salvarme de esta fiera!

Cuando de pronto escuchó al Leopardo decir en voz baja en forma de oración:

-         Dios mío bendice los alimentos de esta noche ya que todo lo que tengo es porque tú lo permites así.


Sin más el Leopardo devoró al alce que gracias a su envidia y a su poca fe, encontró en su camino una muerte fatal que sirvió de ejemplo para muchos animales del bosque.
El Reno llegó al “lago sagrado” donde Dios lo felicitó por su gran corazón y su inmensa fe y así siguió acompañando a Santa  Claus a entregarles los regalos a los niños por toda la eternidad.
MORALEJA:
De aquí podemos aprender que nunca es bueno envidiar las cosas que tienen los demás y que cada quien tiene lo que se merece.


AUTOR: RICHARD DE JESÚS SOTO TORRES

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