Una vez en una huerta las pequeñas hortalizas empezaban a crecer, la lluvia suave y el
roció matinal, las hicieron brotar fuertes y sanas.
Las pequeñas plántulas empezaron a conocer el mundo:
Qué bonito- decían las Zanahorias, a las Remolachas y las Coles, les parecía la tierra
suave y confortable.
Zanahorias ¿cómo están? Dijo la Col.-muy bien creciendo a prisa.
Las plantas de habichuelas necesitaban de ayuda, puesto que son muy largas y
delicadas: - ¡Auxilio, auxilio! –gritaban. – Que pasa? Preguntó la remolacha: No puedo
estar de pie. – Dijo muy triste.
De repente apareció un conejo que era dueño de la huerta, -que sucede dijo-
-No puedo estar de píe,- el conejo dijo no te preocupes, yo te soluciono el problema; el
conejo clavó una estaca al lado de la planta y esta trepó por ella.
Al otro lado de la huerta el conejo consentía a otras plantas: las berenjenas, estas
también crecieron al mismo ritmo que las otras, pero por estar lejos del suelo fueron
orgullosas.
Las planticas saludaban a diario a las berenjenas y estas de forma despectiva
contestaban –Hola.
El conejo que se daba cuenta de la actitud de las berenjenas recriminaba su actuar –
Todas son especiales decía- son familia.
-No somos iguales, ellas crecen en la tierra y eso es asqueroso y sucio!
El conejo furioso les dijo:- ¡Tú en algún momento también saliste de la tierra, no tienes
que ser así!
Llegado el momento de la cosecha, el conejo fue recogiendo su siembra-Vámonos
Zanahorias, ya es tiempo de salir, -las lavaré y estarán mejor.
-Muchas gracias dijeron muy contentas. Y así poco a poco terminó de recoger las demás
hortalizas; ya limpias y en una mesa se abrazaron por primera vez.
La cosecha de las berenjenas fue muy diferente, el conejo recogió y limpio y al colocarlas
junto a las otras, estas le dijeron ustedes son de la tierra ¡¿Qué hacen aquí?¡. -Vamos
a ser repartidas. Dijo la Col, sus hojas brillaban y tenían un hermoso color verde, las
Zanahorias, Habichuelas y Remolachas lucían sus hermosos colores y frescor. Al
despedirse unas con las otras fueron repartidas, muy contentas se fueron; al ver esto las
Berenjenas indignadas preguntaron: ¿Por qué no nos marchamos también? – Estamos al
sol- dijeron – nos vamos a dañar-.
El conejo dijo:-A ustedes no las sembré para ser repartidas, ustedes son semillas.
Ellas muy tristes pensaron en sus compañeras y dijeron: -Que suerte tienen ustedes no
tendrán que ser secadas al sol.
-No se preocupen, dijeron todas las hortalizas en coro, -Servirás de semilla y madre para
otras como tú.
Las Berenjenas bajaron su cabeza, guardaron silencio un momento y luego dijeron: -Les
pedimos perdón por ser tan groseras, lástima que no quisimos compartir su compañía y
amistad, -Que tengan mucha suerte!.
Luego de esta despedida se sintieron mejor pero no satisfechas de su existencia en el
mundo, es por eso que:
“El orgullo y la belleza no sirven de nada sino conoces el propósito de tu vida”
RAQUEL ESTHER MARTINEZ BALDOVINO.III A-2