El sol empezaba a brillar aquella mañana de domingo, se escuchaba el trinar de los pajaritos y la visita de los colibríes a las flores del jardín se hacía agitada entre sus discusiones:
--Yo quiero la flor
más bella, la más roja y que tiene más néctar.
-- No te la
mereces! Siempre las tomas y luego las dejas.
--Es mi problema y
esta tiene delicioso néctar!
-- Seré conforme y
no discutiré, la flor más opaca algo debe tener.
Terminaron su
comida y el colibrí ambicioso dijo a su contendor:
¡Que pobreza de
azúcar en el jugo de aquella flor!
--Te dejaste llevar
por un atractivo color, pero lo mejor está en la esencia de un delicioso sabor!
Moraleja: Nunca debemos guiarnos por las
apariencias, porque todo lo que brilla no es oro.
Por: Ingry Esther
Domínguez Domínguez
Candelaria Macareno Ortega
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