lunes, 29 de julio de 2013

LA ABEJA Y EL CHUPAFLOR

 
Una abeja volaba orgullosamente de flor en flor, en busca del polen para fabricar su miel; cuando de repente se topó con un hermoso y encantador chupaflor.

La abeja furiosa le pregunta -¿qué haces en este campo?, ¿por qué invades mi territorio?

El chupaflor al oír las arrogancias con la que ésta le pedía explicaciones, se hace a un lado y le sugiere – aquí hay muchas flores, las podemos compartir- con un gesto muy amable se acercaba a ella.

-¡No!, yo he vigilado estos campos por mucho tiempo, así que no compartiré con nadie- reclamaba angustiada la abeja.

-¿Por qué piensas eso?- le replicó el chupaflor – solo quería compartir contigo. Éste al ver  que la abeja no accedía a la sugerencia que le hacía abandonó el lugar.

Cierto día la abeja recorría los campos en busca de hermosas flores para recolectar el polen pero, se dio cuenta que ya no quedaban flores; así que fue al campo más cercano.

Al llegar allá se encontró con una gran sorpresa, quien cuidaba esos prodigiosas campiñas era el señor chupaflor. Éste al ver lo que pasaba se aproximó donde se hallaba la abeja muy triste.

-¿Por qué estas triste? – le preguntó con una melodiosa voz.

-Es que… es que… es que pasaba por aquí en busca de polen, pero al volar entre estos sembrados me di cuenta que tú eras guardián de estas tierras – le argumentaba la penosa abeja.

-¡Tú fuiste grosera conmigo!- exclamó el chupaflor – pero eso no importa coge un poco de este polen, lo suficiente para que puedas seguir con tu trabajo.

-Gracias- respondió extrañada la pequeña abeja – pero, ¿por qué haces eso conmigo si sabes muy bien que no fui amable contigo?

-Yo solo quería demostrarte que aunque tuviéramos diferencias podríamos ser amigos – le respondió vigoroso el chupaflor.

La abeja muy afligida se acerca a él y le dice: “yo pensé que eras un animal usurpador, pero me he dado cuenta que solo buscabas alimento y querías una buena amistad conmigo. Discúlpame”.

-¡No te preocupes, pero a la próxima averigua quien es y lo que hace por ahí, antes de tratarlo como lo hiciste conmigo! – le aconseja asombrado el cordial chupaflor.

La abeja agradecida recoge un poco de polen y lo invita a escrutar aquella deslumbrante faena.

El chupaflor fascinado aceptó aquella invitación y estos dos animalitos aprendieron y disfrutaron juntos de una amistad por siempre.
                                                                                                          

No juzgues a nadie por el que dirán, si lo conoces bien, algún día tus amigos serán. 
KELLYS HERNANDEZ 
LISBETH PEREZ 

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