En una selva
lejana, los animales, todos en general, eran devotos de Dios, a cada día le
daban gracias por todo lo que tenían y siempre que surgía alguna dificultad
dios les ayudaba. El Reno era el más devoto y por eso papá Noel lo utilizaba en
navidad para que le ayudara a repartir los regalos.
Pero como la felicidad
nunca es completa, el Alce que era primo del Reno, sentía celos de él, ya que
consideraba que también hacer el mismo trabajo. Hasta que un día le dijo:
-
Reno, hasta hoy ayudarás a
papá Noel, de ahora en adelante seré yo quien lo ayude.
-El Reno respondió-
-
Todo se hará según la
voluntad del Señor
Decidieron
pedirle opinión a Dios y este les dijo:
-
Criaturas haremos una
competencia y la ganadora será el acompañante de papá Noel en todas las
navidades próximas. Cada uno deberá correr y llegar en el menor tiempo posible
al “lago sagrado” pasando por la temible selva llena de animales feroces.
Al caer la
tarde y casi apareciendo la oscuridad,
el Reno y el Alce empezaron su recorrido, cada uno cogió un camino distinto,
ambos caminos tenían como destino “el lago sagrado”. El Reno con mucha fe
encomendó su travesía al Dios del cual era tan devoto; el Alce sólo se dedicó a
correr, pues quería demostrar que era mucho mejor que le Reno.
Casi llegando
al lago un feroz León se le apareció al fiel devoto de Dios, el Reno, y le
dijo:
- ¿Qué hace un
Reno tan delicioso solo por aquí?
-el reno
respondió-
- Dios
me ha enviado y me dijo que si me dejas pasar jamás te faltará alimento, así
que
arrodíllate y vigila mis pasos.
Así fue, el León
hizo exactamente lo que le Reno le había dicho, arrodillándose y dejándolo
pasar.
En el otro
camino, el Alce ya estaba por llegar cuando se le apareció un Leopardo y le
dijo:
-
Tú serás mi cena en esta
noche tan fría.
De inmediato el
Alce empezó a pedirle a Dios que lo salvara, de repente el Leopardo se
arrodillo y se inclinó. Al ver esto el Alce grito con alegría:
-
¡Gracias Dios por salvarme de
esta fiera!
Cuando de
pronto escuchó al Leopardo decir en voz baja en forma de oración:
-
Dios mío bendice los
alimentos de esta noche ya que todo lo que tengo es porque tú lo permites así.
Sin más el Leopardo
devoró al alce que gracias a su envidia y a su poca fe, encontró en su camino
una muerte fatal que sirvió de ejemplo para muchos animales del bosque.
El Reno llegó
al “lago sagrado” donde Dios lo felicitó por su gran corazón y su inmensa fe y así
siguió acompañando a Santa Claus a
entregarles los regalos a los niños por toda la eternidad.
MORALEJA:
De aquí podemos
aprender que nunca es bueno envidiar las cosas que tienen los demás y que cada
quien tiene lo que se merece.
AUTOR: RICHARD
DE JESÚS SOTO TORRES
No hay comentarios.:
Publicar un comentario