Había
una vez en un bosque muy lejano un árbol llamado Matías que se la pasaba triste
porque no tenía amigos ya que sus hojas estaban secas y sus raíces por
fuera. El por muchas ocasiones intento conversar con varios árboles para ver si se hacían
amigos. Pero se cansó de intentarlo y decidió pasársela callado sin dirigir la palabra a ningún árbol.
En
una mañana de invierno. Matías se despertó lleno de vida y al abrir sus ojos se
dio cuenta que sus hojas estaban verdes y llenas de vida y sus raíces ya no se
le veían. Matías esa mañana se la paso muy sonriente, sus vecinos árboles y
animales del bosque al verlo se sorprendieron y se acercaron a él saludándolo y
no lo dejaban de mirar. Más tarde Matías les pregunta ¿porque se me acercan a
mí? ellos le responden inmediatamente. Porque ya no eres aquel árbol muerto y
maluco de hojas secas. Pero tenemos una pregunta para ti, ¿cuál era la causa
por la que te encontrabas así? Matías responde: porque mis raíces no tenían
abonos y no me regaban mis hojas. Esta madrugada bien temprano vino la lluvia y
me roció con un poco de agua y un humilde campesino vino y me puso abono a mis
raíces.
Por
tal razón Matías se encontró con vida y así se hizo amigo de casi todos los
árboles y animales del bosque y vivió feliz por siempre.
Moraleja:
no debemos buscar los amigos según el físico, sino según su personalidad.
Yarlidis Peña Robles
II semestre pedagógico grupo 1
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