Una abeja volaba orgullosamente de flor en
flor, en busca del polen para fabricar su miel; cuando de repente se topó con
un hermoso y encantador chupaflor.
La abeja furiosa le pregunta -¿qué haces en
este campo?, ¿por qué invades mi territorio?
El chupaflor al oír las arrogancias con la que
ésta le pedía explicaciones, se hace a un lado y le sugiere – aquí hay muchas
flores, las podemos compartir- con un gesto muy amable se acercaba a ella.
-¡No!, yo he vigilado estos campos por mucho
tiempo, así que no compartiré con nadie- reclamaba angustiada la abeja.
-¿Por qué piensas eso?- le replicó el chupaflor
– solo quería compartir contigo. Éste al ver
que la abeja no accedía a la sugerencia que le hacía abandonó el lugar.
Cierto día la abeja recorría los campos en
busca de hermosas flores para recolectar el polen pero, se dio cuenta que ya no
quedaban flores; así que fue al campo más cercano.
Al llegar allá se encontró con una gran
sorpresa, quien cuidaba esos prodigiosas campiñas era el señor chupaflor. Éste
al ver lo que pasaba se aproximó donde se hallaba la abeja muy triste.
-¿Por qué estas triste? – le preguntó con una
melodiosa voz.
-Es que… es que… es que pasaba por aquí en
busca de polen, pero al volar entre estos sembrados me di cuenta que tú eras
guardián de estas tierras – le argumentaba la penosa abeja.
-¡Tú fuiste grosera conmigo!- exclamó el
chupaflor – pero eso no importa coge un poco de este polen, lo suficiente para
que puedas seguir con tu trabajo.
-Gracias- respondió extrañada la pequeña abeja
– pero, ¿por qué haces eso conmigo si sabes muy bien que no fui amable contigo?
-Yo solo quería demostrarte que aunque
tuviéramos diferencias podríamos ser amigos – le respondió vigoroso el
chupaflor.
La abeja muy afligida se acerca a él y le dice:
“yo pensé que eras un animal usurpador, pero me he dado cuenta que solo
buscabas alimento y querías una buena amistad conmigo. Discúlpame”.
-¡No te preocupes, pero a la próxima averigua
quien es y lo que hace por ahí, antes de tratarlo como lo hiciste conmigo! – le
aconseja asombrado el cordial chupaflor.
La abeja agradecida recoge un poco de polen y
lo invita a escrutar aquella deslumbrante faena.
El chupaflor fascinado aceptó aquella
invitación y estos dos animalitos aprendieron y disfrutaron juntos de una
amistad por siempre.
No
juzgues a nadie por el que dirán, si lo conoces bien, algún día tus amigos serán.
KELLYS HERNANDEZ
LISBETH PEREZ
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