Comenzaba
la primavera la época más bella dentro de la naturaleza en donde el verde de los pastos y el roció de
la mañana brindaban el escenario de juego perfecto para un joven zorro que
impulsado por su gran curiosidad se
deleitaba explorándola de tú a tú.
Este
pequeño zorro se llamaba juan y dentro de los animales del bosque era conocido
como el curioso juan por esta maravillosa cualidad que el mismo decía tener,
aunque para los otros animales esta cualidad podría llevarlo en cualquier
momento a meterse en problemas debido a que juan no media los peligros a los
que se exponía por su curiosidad.
Un
Día juan caminaba por el bosque buscando
conocer cosas nuevas, pero no encontraba nada nuevo para él ya que todo lo que
observaba ya lo conocía. Entonces decidió
explorar aquella parte del bosque que nunca había visto. Se refería a
los claros del bosque, una zona a la que estaba prohibido acercarse debido a
los cazadores que siempre se encontraban en ella colocando sus trampas y
buscando presas que capturar, aunque esto no le importo y se encamino hacia
allá. Al encontrarse en los límites de
la espesura del bosque se encontró parado en la copa de un árbol al vigía del
bosque, este era al imponente Aníbal Águila quien siempre vigilaba a los
cazadores que se encontraban en el claro.
Al
verlo juan le pregunto Aníbal ¿Qué haces parado allá arriba todo el día y no aprovechas esa gran habilidad de volar para conocer
todas las bellas cosas que existen en el bosque? A lo que Aníbal contesto,
claro que conozco muchas de la cosas del bosque porque gracias a mi gran vista
de águila puedo verlas y en mi tiempo libre las conozco, pero ahora me
encuentro vigilando que los cazadores no se acerquen. Pero ¿a dónde
te diriges tu juan? Yo la verada estoy aburrido y quiero conocer el claro del bosque ya que
aquí no hay nada nuevo. ¡No, no vayas!
dijo Aníbal, está prohibido acercarse a esa parte del bosque. Pero la
curiosidad de juan la hacía no escuchar razones y desobedecer
aquellas palabras.
Al
llegar al claro del bosque juan estaba admirado por la belleza de las flores,
mariposas y el arcoíris que adornaban el lugar. Y maravillado quería
explorarlo centímetro a centímetro sin
darse cuenta que a lo lejos era observado por un cazador que esperaba atento a que el zorro se acercara a las trampas que
había colocado.
Cuando
juan atraído por el olor de comida se acercaba una jaula escondida entre
matorrales, sintió que un escalofrío recorrió su espalda desde la punta de su
cola. Y pensó que aquellas advertencias hechas por sus amigos no eran cosas de
ignorar, pero aun así entro en la jaula que al instante se cerró dejándolo atrapado
dentro.
Al
no encontrar salida de la jaula observo como el cazador se acercaba a él
apuntándole con su escopeta y diciendo. Tu curiosidad te a traído hasta aquí y
por ella has de morir para luego convertirte en un bello gorro que calentara mi
cabeza en la época de invierno, juan al oír estas palabras le ha contestado.
Tienes razón es triste saber que lo que pensaba era una gran cualidad me lleve
hoy a mi fin. Aunque si he de morir hoy lo haré feliz por haber conocido algo
nuevo para mí, a pesar de las advertencias de mis amigos.
Al
escuchar estas palabras el cazador abrió la jaula de la cual salió juan co una
mirada confusa por el hecho que presenciaba, y al instante exclamó. ¿Por qué me
liberas? Pensé que acabarías con migo para convertirme en un gorro para tu
cabeza. El cazador contestó porque a
pesar de que soy humano y tú un zorro nos parecemos en algo y es que la
curiosidad por conocer las cosas es más fuerte que nosotros, así que vete sigue conociendo el mundo, pero esta vez
no hagas caso omiso a las advertencias y peligros. Juan corrió feliz hacia la
espesura del bosque donde contó su historia a sus amigos y de aquella valiosa
enseñanza que obtuvo.
Moraleja:
nunca debemos ignorar los consejos y advertencias de nuestros amigos y
familiares
José
Manuel Quiroz Meza
No hay comentarios.:
Publicar un comentario