Érase una vez en una humilde vereda a diez kilómetros del pueblo, habitaba
una humilde familia conformada por dos personas, la señora Regina una
anciana de setenta años y su nieto Moisés, un niño de apenas cinco años
de edad, el cual sufría de una enfermedad desde su nacimiento y necesitaba
de un tratamiento para ser curado, pero por falta de recursos esto no
era posible. Sin embargo para vivir tomaba una droga que le calmaba la
enfermedad.
Cierto día de un mes de diciembre, cuando el reloj marcaba las siete y cuarto,
Regina lloraba desesperadamente al ver que su nieto entró en una crisis y
lo más lamentable era saber que la droga se había terminado. Sin pensarlo
dos veces, salió lo más rápido que pudo al pueblo, con tan mala suerte que
comenzó a llover tan fuerte como nunca se había visto, pero, aun así, siguió
adelante. Cuando llegó al arroyo, este estaba crecido, busco el puente para
atravesarlo, pero no lo hallaba, la gran creciente había arrastrado con él.
Entonces sin perder las esperanzas busco otra forma de atravesar el enorme
caudal. Cuando las fuerzas se acababan, pudo observar a lo lejos un árbol,
cuyas ramas colgaban hasta el otro extremo del arroyo.
Tan rápido como pudo, subió a ellas y con mucho cuidado llegó a la otra
orilla.
Al llegar al pueblo, busco la droguería más cercana y preguntó por los
medicamentos, cuando fue a cancelar no encontró el dinero, no se dió
cuenta que se le cayó al pasar el arroyo. Con lágrimas en los ojos le dijo al
tendero que le fiara la droga que a la mañana siguiente al salir el sol vendría
a pagarle.
Este con un espíritu altruista le dijo: tranquila, corra y salve a su nieto.
INTEGRANTES:
JESUS DAVID DOMINGUEZ ACOSTA
JESUS DAVID ALVAREZ SAEZ
ELKIN JOSE DOMINGUEZ
KAREN MARGARITA RAMIREZ MERCADO
una humilde familia conformada por dos personas, la señora Regina una
anciana de setenta años y su nieto Moisés, un niño de apenas cinco años
de edad, el cual sufría de una enfermedad desde su nacimiento y necesitaba
de un tratamiento para ser curado, pero por falta de recursos esto no
era posible. Sin embargo para vivir tomaba una droga que le calmaba la
enfermedad.
Cierto día de un mes de diciembre, cuando el reloj marcaba las siete y cuarto,
Regina lloraba desesperadamente al ver que su nieto entró en una crisis y
lo más lamentable era saber que la droga se había terminado. Sin pensarlo
dos veces, salió lo más rápido que pudo al pueblo, con tan mala suerte que
comenzó a llover tan fuerte como nunca se había visto, pero, aun así, siguió
adelante. Cuando llegó al arroyo, este estaba crecido, busco el puente para
atravesarlo, pero no lo hallaba, la gran creciente había arrastrado con él.
Entonces sin perder las esperanzas busco otra forma de atravesar el enorme
caudal. Cuando las fuerzas se acababan, pudo observar a lo lejos un árbol,
cuyas ramas colgaban hasta el otro extremo del arroyo.
Tan rápido como pudo, subió a ellas y con mucho cuidado llegó a la otra
orilla.
Al llegar al pueblo, busco la droguería más cercana y preguntó por los
medicamentos, cuando fue a cancelar no encontró el dinero, no se dió
cuenta que se le cayó al pasar el arroyo. Con lágrimas en los ojos le dijo al
tendero que le fiara la droga que a la mañana siguiente al salir el sol vendría
a pagarle.
Este con un espíritu altruista le dijo: tranquila, corra y salve a su nieto.
INTEGRANTES:
JESUS DAVID DOMINGUEZ ACOSTA
JESUS DAVID ALVAREZ SAEZ
ELKIN JOSE DOMINGUEZ
KAREN MARGARITA RAMIREZ MERCADO
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